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Se llega al grado supremo de la anulación de la naturaleza humana de los trabajadores; en él encontramos la suma y compendio de la negación de las características naturales humanas que se ha desarrollado a lo largo de la existencia histórica de la propiedad privada: devastación de la estructura biológica de la especie humana, aniquilación de sus facultades físicas y mentales, desgaste y degeneración de sus órganos fundamentales, trastocamiento de todos sus procesos orgánicos, etcétera, y la demolición de la naturaleza y la vida colectivas del hombre, las cuales constituyen el elemento primordial de su cualidad humana y ahora son reemplazadas por su individuación absoluta. Las exacerbadas naturaleza y vida individuales de los seres humanos en la fase superior del capitalismo constituyen el remate del proceso de aniquilación por la propiedad privada de su naturaleza esencial y, al mismo tiempo, una poderosa palanca para impulsar ese proceso hasta niveles inconcebibles.